Cuando en la primavera de 2014 PODEMOS irrumpió en la escena política consiguiendo 5 diputados y mas de un millón de votos en las elecciones al parlamento europeo muchos pensaron que los partidos tradicionales se darían por enterados y cambiarían sus formas de actuación y de relación con la sociedad. No fue así. Tanto el PP como el PSOE se mantuvieron firmes en el convencimiento de que estos nuevos actores políticos se desmoronarían en poco tiempo o serían engullidos por las organizaciones de toda la vida. Empezaron a tomarse mas en serio el asunto cuando tras las elecciones municipales de mayo de 2015 las dos principales ciudades del estado cayeron del lado de candidaturas apoyadas directamente por PODEMOS desbancando al PSOE como referente de cambio. Todas las alarmas comenzaron entonces a sonar porque las elecciones generales estaban muy próximas en el tiempo y las encuestas predecían unos resultados inimaginables solo unos años atrás.
Las elecciones llegaron y arrojaron los resultados que todos sabemos. PODEMOS obtuvo 65 diputados. El mejor resultado de una formación a la izquierda del Partido Socialista en toda la historia de la democracia. La tormenta se desató. Las figuras mas importantes del socialismo, barones regionales y miembros de las viejas guardias iniciaron una serie de movimientos con un objetivo claro que es compartido con el resto de partidos tradicionales: impedir que PODEMOS acceda a la mas mínima parcela de poder en el gobierno del estado. El primer paso se dio en la constitución de la mesa de las cortes, algo que parece trivial pero que los viejos lobos del parlamentarismo le dan la importancia que tiene y merece. En esa mesa, el partido de Albert Rivera obtuvo la misma representación que PODEMOS pese a tener poco mas de la mitad de sus votos y PP con Ciudadanos la mayoría absoluta en la mesa. Esto tuvo un reflejo inmediato en la formación de los grupos parlamentarios porque la mesa realizó una interpretación restrictiva del reglamento y negó a las confluencias la posibilidad de formar grupos separados. Los catalanes de En Comu Podem y los gallegos de En Marea se integraron en el grupo de PODEMOS mientras Compromis se sumaba al grupo mixto. La segunda maniobra fue situar a los parlamentarios de PODEMOS a partir de la cuarta fila de asientos en el congreso, justo detrás de los escaños del PSOE. Obviamente los dirigentes de PODEMOS se quejaron del trato y esa fue la primera vez que entró en escena el tema de los «sillones». Pese a la evidencia de lo injusto de la situación, tanto el PSOE como el PP y Ciudadanos acusaron a PODEMOS de que su máxima preocupación fueran los manidos «sillones». Este intento de situar a PODEMOS tras los escaños socialistas es la primera manifestación del papel que tradicionalmente se ha asignado y no solo por los actores políticos sino también por la prensa, sindicatos, etc, a los partidos que se sitúan mas a la izquierda en el arco parlamentario. Ser la conciencia del partido socialista, el pepito grillo, los guardianes de la pureza ideológica de los inicios del socialismo, pero mantenerse fuera de los engranajes del poder real. El tema de los escaños se resolvió de forma razonable y los parlamentarios de PODEMOS se situaron en posiciones más delanteras en el hemiciclo pero no sin antes ser tratados durante una semana ante la opinión pública como «solo interesados en los sillones».
La forma, sin duda precipitada e inexperta, de proponer al PSOE un pacto de gobierno por parte de PODEMOS hizo que la engrasada maquinaria mediática del partido socialista se pusiera en marcha para señalar los puntos mas impopulares. Los «sillones» volvieron con mas fuerza que nunca y las funciones de la vicepresidencia reclamada por Pablo Iglesias fueron condenadas pese a que variaban muy poco de la situación actual. La negativa por parte de PODEMOS a negociar con el PSOE mientras este hacía lo propio con Ciudadanos provocó un nuevo ataque tanto del partido socialista como de los medios que tuvo su culminación en el momento en el que socialistas y ciudadanos sellaron su pacto de gobierno. No importó que en el mismo momento se estuvieran desarrollando contactos en una mesa a cuatro entre PSOE, PODEMOS, Compromis e IU. Nadie le afeó al PSOE su conducta mas bien al contrario, las candidaturas del cambio volvieron a ser acusadas de «levantarse de la mesa».
El partido socialista y Ciudadanos plantearon la investidura de Pedro Sánchez sin apoyos externos. Una vez firmado el acuerdo no se plantearon nuevas reuniones, no se solicitó mas tiempo al presidente del Congreso para negociar la adhesión de otras formaciones al pacto. No se hizo nada. Solo se repetían machaconamente dos mensajes y sus variantes: «El pacto contiene muchas medidas que los votantes de PODEMOS aprobarían» y «Si PODEMOS vota en contra estará dando apoyo a Mariano Rajoy y al Partido Popular». En el fondo, lo que el PSOE estaba diciendo es «Vosotros sois nuestra conciencia y debéis apoyarnos porque vosotros no sois prácticos y no conocéis los intríngulis de la alta política. Dejadnos los temas importantes a nosotros y dedicaros a la física teórica que es lo vuestro». Desprecio, soberbia y humillación.
El Partido Socialista se ha metido, por la ambición desmedida de sus actuales lideres, en un callejón sin salida. Ha quedado abocado a una «gran coalición» con el Partido Popular o a enfrentar unas nuevas elecciones en las que no tiene asegurado, ni mucho menos, mantener el actual numero de diputados. Las declaraciones de Albert Rivera en las que manifiesta que en la letra del pacto no está escrito que el candidatos tenga que ser Pedro Sánchez está revelando a los votantes del PSOE el verdadero sesgo del acuerdo con Ciudadanos y el alcance real del referéndum que se realizo entre sus militantes. Y ademas su «conciencia» le ha salido respondona. Cuando año tras año, legislatura tras legislatura, votación tras votación en el parlamento europeo queda claro que los socialistas son solo una versión dulcificada de la derecha, la «conciencia» debe, y lo ha hecho, separarse y iniciar un camino propio, alejado de la tradicional subordinación a la que durante muchos años se ha visto relegada. El grito del 15M «No nos representan» toma cada día mas fuerza y sentido. Hay quien dice que el único interés de PODEMOS es acabar con el PSOE y ocupar su espacio político, no es así, solo somos su «conciencia».