Estos dos últimos años han supuesto un cambio de paradigma en el análisis social y político de nuestro país. Periodistas y politólogos se apasionaron, y nos llevaron detrás con su pasión, con las nuevas formaciones políticas, con sus lideres, sus planteamientos, sus propuestas… Por fin un cambio en los actores que la transición había dibujado. Pero el cambio de actores no ha supuesto un cambio de escenario. Un congreso bicameral pensado para dificultar los cambios y unos reglamentos que todos quieren modificar y que nadie modifica seriamente nos conducen a situaciones como las que hemos vivido desde las elecciones generales del 20 de diciembre. Polémicas estériles como la de la situación de los diputados en el hemiciclo o la mas reciente composición de la diputación permanente solo consiguen que los ciudadanos tengan una visión pobre y negligente de una clase política que dedica mas tiempo a dificultar la vida diaria de los rivales que en solucionar, o al menos intentarlo, los problemas de los españoles.
Mientras tanto el cuarto poder, los medios de comunicación, han encontrado en los nuevos actores políticos un filón que les ha permitido ocupar incontables horas de radio y televisión y rellenar hectáreas de papel en los medios impresos. Pero por desgracia los medios han demostrado un nivel similar al de los políticos a los que seguían. Tanto unos como otros han caído en los mismos pecados de inexperiencia, ignorancia y prepotencia y el resultado ha sido un aumento del descrédito de los gestores de lo público.
En mi opinión, el factor principal en el que han errado los medios y los políticos y que da título a este post es la transparencia, la «luz y taquigrafos» que unos ofrecían y otros reclamaban. Los que se atrevieron a poner en practica esta transparencia obtuvieron unos resultados terribles. Pablo Iglesias ofreció a los medios las bases sobre las que quería negociar y los medios se convirtieron en otro actor político mas al que había que contentar antes incluso que al interlocutor al que iba dirigida la oferta de negociación. De hecho algunas editoriales y algunos opinadores de prestigio calificaron la oferta de insulto al PSOE mucho antes de que el partido socialista reaccionara oficialmente. El mismo Pedro Sánchez calificó como «negociación en ruedas de prensa» las formas de PODEMOS. Mientras tanto los equipos negociadores de C’s, mucho mas expertos y sigilosos, ultimaron un acuerdo de centro derecha que estaba mas allá de la capacidad de análisis de la mayoría de los medios. Evaluar técnicamente propuestas de económicas no es sencillo y mucho menos distinguir su orientación política. Como diría Rodriguez Zapatero, ¿Es de izquierdas bajar impuestos? En este momento los medios solo podían hablar de lo que conocían: la propuesta de PODEMOS para la distribución de los puestos en un supuesto gobierno de coalición y las respuestas negativas del PSOE y a ello se lanzaron con entusiasmo. El inefable Miguel Ángel Aguilar reclamaba «espacios de discreción» y es evidente que no todo se puede hacer a la vista del público. Los nuevos partidos, en concreto PODEMOS, deben aprender o desarrollar algunos protocolos de funcionamiento para enfrentar con éxito estas negociaciones. No pueden esperar clemencia de unos medios que están muy claramente posicionados políticamente.
Desde el fracaso de Pedro Sánchez en su intento de formar un gobierno en torno al PSOE los medios y los politólogos han comenzado a usar una nueva colección de adjetivos. Según ellos, el ciudadano esta cansado de votar, irritado con los que no han conseguido armar la cesta con los mimbres que las elecciones de diciembre habían proporcionado y ademas se muestran seguros de que los resultados de los nuevos comicios no serán muy distintos. Efectivamente no se ha llegado a un acuerdo porque los posibles socios estaban demasiado lejos, pero el desarrollo de los acontecimientos ha proporcionado a los ciudadanos una información que antes no tenían. Los votantes ignoraban por completo en veto de C’s a Mariano Rajoy y sus coincidencias con el PSOE. También ignoraban el veto del PSOE a las fuerzas nacionalistas y su, en mi opinión loco, proyecto de integración de C’s, PSOE y PODEMOS. Por tanto muchos votantes pueden cambiar la orientación de su voto. El electorado no está cansado de votar, quienes están cansados de elecciones son los periodistas y politólogos que llevan meses encadenando campañas. No es justo que transmitan su hastío a la población. Debería ser todo lo contrario. Hay que llamar de nuevo a las urnas para aumentar al máximo la representatividad de los elegidos. Nuestro voto, bien sea para reafirmarse, bien sea para cambiar, es la mejor herramienta de la que disponemos para solucionar los bloqueos. No es un drama votar, lo que es un drama es no poder hacerlo.