Coalición

Desde las elecciones generales del 28 de Abril observamos como algunos intentan convencernos de que un gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos necesita una justificación. En ese sentido se han apuntado varias razones, o excusas, por las que es mucho más conveniente un gobierno monocolor, desde que no se consigue la mayoría absoluta, no hay experiencia de gobierno o es una novedad arriesgada en la historia política reciente… Muchas razones que solo intentan esconder la única razón real: El PSOE quiere gobernar en solitario.

En efecto se trata de la opción más fácil… si eres el PSOE, claro. El ejecutivo tiene el control directo sobre reglamentos, concursos públicos, adjudicaciones, plazos de ejecución, priorización del gasto, cuando y como se presentan los proyectos de ley, los decretos legislativos y además cada ministerio elabora la parte de los presupuestos generales de su departamento… El poder que atesora el ejecutivo es enorme, por eso cuesta tanto compartir tanto su titularidad como las competencias derivadas. Si bien este poder puede y debe ser controlado por el legislativo en la práctica este control es relativo. El gobierno tiene la potestad de impedir el debate de aquellas propuestas que puedan aumentar el gasto y hemos visto cómo se utilizaba este pretexto de forma casi fraudulenta. Los presupuestos, la ley más importante que se aprueba en las cortes, se han prorrogado en un par de ocasiones cuando al gobierno no le venía bien sentarse a negociarlos.  Hemos visto ministros reprobados que continuaban en sus cargos sin inmutarse… El función de control del parlamento es importantísima y quedó demostrada en la moción de censura que desalojó al gobierno de Mariano Rajoy pero también hay que reconocer la pésima gestión del expresidente al que le bastaba con dimitir o convocar elecciones para desactivar la moción… de nuevo el poder del ejecutivo.

No nos engañemos, un gobierno de coalición no necesita más justificación que la aportación de recursos suficientes para iniciar un camino, conseguir apoyos y defender y ejecutar un plan de gobierno. Gobernar en coalición es una elección, una decisión que tiene que ser común a las partes que quieren protagonizar el proyecto. No necesita ni demostraciones algebraicas ni pruebas de resistencia le basta con la voluntad de llevarla adelante. La viabilidad de la coalición depende de varios aspectos pero fundamentalmente del proyecto que se comparte, de su definición y de los métodos para la correcta evaluación y ejecución del mismo. Lo que se llama comúnmente un programa que es la base imprescindible para cualquier tipo de gobierno y más aún de un gobierno de coalición. Si además podemos añadir una buena cantidad de dosis de respeto, paciencia y lealtad tenemos el equipaje casi completo.

Después de cinco años de gobiernos monocolores en minoría, tres elecciones generales y dos mociones de censura suena a broma hablar de la estabilidad como valor y la cohesión se nos cae de las manos cuando hemos tenido ejemplos de gobiernos monocolores y por tanto muy cohesionados donde los ministros no se dirigían la palabra y se lanzaban pullas a través de los medios de comunicación. No hay motivos ni excusas objetivas para negarse a poner en marcha un gobierno de coalición y tampoco las hay para iniciar la negociación. Solo tenemos que saber que negociar es ceder y que lo que nos jugamos no es quien va a liderar la izquierda en este país en los próximos años sino si vamos a tener una izquierda capaz de responder a los difíciles retos que se vislumbran en el horizonte.